Parece que por fin he superado la pereza que me acompañaba esta semana, podría achacarla a la famosa astenia primaveral que nos cuentan todos los años en los telediarios peor me temo que simplemente es vagancia absoluta para que nos vamos a engañar.
Bueno, al lío, esta semana quería contaros mi experiencia con la comunión de Quique, que es en un par de semanas. Desde un principio tuve claro que quería que fuera todo muy sencillo y familiar, y aún así reconozco que al final se me ha ido todo de las manos… Los que estéis metidos en estas vorágine ya os habréis percatado que entre los padres nos retroalimentamos entre nosotros y acabas haciendo el doble de lo que pensamos.
El pistoletazo de salida comenzó con el sorteo de las fechas por el mes de septiembre, y es que desde el año anterior las mamás más previsoras ya estaban diciendo que como se retrasara mucho el sorteo nos quedábamos sin restaurante, y a mí se me ponían los pelos como escarpias… ¿ siete meses de antelación no es suficiente? ¡Ayy, madre!, ¿¿dónde nos estamos metiendo???. En el cole de Quique (que al ser religioso es donde va a hacer la comunión) el sorteo de las fechas yo creo que le dan la misma oficialidad que una Selectividad, hasta el punto de realizar una reunión para comunicarnos a todos los padres el resultado a la vez, no vaya a ser que uno le quite el restaurante al otro… Sí, todo muy alucinante, lo sé… Así que ahí empecé a pintarme la cara a lo Rambo y a prepararme para la lucha, no os digo más que a puntito estuve de raparme como la Teniente O`neil.